27 abr 2017

UN DÍA A LA VEZ


Cuando sabes que algo no está bien y te quedas ahí esperando a que se arregle sólo, no esperes que lo que está fuera de ti cambie, no pasará; no esperes a que las cosas se arreglen por si solas; toma acción, ve por lo que quieres y sal victorioso...

Cuando sabes que algo te hace caer y te quedas ahí esperando a que una y otra vez la tentación de atrape, no te quejes después por las consecuencias de no haber decidido bien. Muchos se acostumbraron a culpar a los demás de sus desgracias, de sus vidas insatisfechas, de su falta de valor, para salir de donde ya están bien acomodados.

Todos, absolutamente todos sentimos miedo, miedo a lo desconocido, miedo al fracaso, miedo a equivocarnos, miedo inclusive a no ser del gusto de la gran mayoría (otros hombres desorientados), tenemos miedo a la soledad y no nos damos cuenta de que muchas veces estando sólos, es cuando fluyen mejor las ideas, es cuando nos miramos y aceptamos tal y cual somos, porque no hay otro ser igual en la tierra y cada quien trae consigo un tesoro propio e irrepetible, tenemos miedo de salir de nuestra zona de confort y triste resulta, cuando nos quedamos ahí sin dar el siguiente paso, con fe.

La diferencia entre una persona libre y feliz, a una libertina e infeliz; es clara, el primero reconoció sus limitaciones, reconoció que si, hay cosas que no las lograría sólo nunca, reconoció que todo lo que miran sus ojos no surgió de la nada y hay un Padre Amoroso, entregándole oportunidades en cada nuevo día, reconoció que es libre y puede disponer del tiempo como bien quiera, pero reconoció la diferencia entre satisfacer sus propios apetitos y la riqueza transformadora cuando dispones de ese maravilloso regalo, sin olvidarte de quien te lo concedió en gratuidad e infinito amor, ese regalo del tiempo bien aprovechado que sucede así; cuando no apartas la vista de tu Creador y te sometes con humildad a su Voluntad Divina, porque lo increible es posible cuando entra Él en nuestros planes de vida. Por el contrario, el segundo, aquel que aunque a todas voces; dice ser libre, es infeliz, aunque por fuera crea haberlo conquistado todo, y ser el señor de todas sus conquistas, aunque lo único que pueda presumir sea su filosofía de vida:  "a mi, lo vivido y disfrutado; nadie me lo quita", en el fondo; encerrado en su evidente egoismo, está vacío e insatisfecho, está lleno de amargura, porque bien sabe que ninguna de sus conquistas, ninguna de sus vanaglorias son absolutas y trascendentales, se contamina a diario y prostituye su ser cuando cree estar utilizando a otro ser, siendo su amo; se siente prepotente porque cree tener lo que todos quisieran, cree vivir lo que muchos anhelan, su aparente felicidad se desvanece, en cuanto no tiene amigos a su lado que le hablen con verdad más que aquellos que hasta a sus espaldas hablan mal y están obligados a estar, porque tienen paga material y no por un sincero aprecio.

Triste aquel que dejó su vida consumirse en la miseria de tenerlo todo y no tenerle a Él, feliz aquel que aunque pueda estar en miseria a la vista de los hombres, es el hombre más afortunado por saberse amado por Él y por aferrarse a Él y amarle con todas las fuerzas de su ser.

No hay alegría completa en el corazón humano que no proceda del amor, el Amor Verdadero y sin fin, que es Dios. Es realmente una pena, que aquellos que andan tan metidos en las guerras, no desistan, que aquellos del negocio de las armas, se llenen los bolsillos de un dinero que fácil se irá a costa de vidas pesando en su conciencia y si no la tienen; vidas acabadas por su negociado barato, es realmente triste que aquellos, que están al frente y tienen voz de mando o palabra para detener estos actos de violencia e inhumanidad, no lo hagan. Sobre la vida humana, nadie puede ser arbitrario y decidir quien vive y quien nó; sobre la vida humana sólo Dios manda, creados a su imágen y semajanza nos consagramos sus hijos y aunque algunos credos puedan renegar de Él, no puedes estar fuera de Él, en ningún momento, ni esconderte de Él, porque desde mucho antes que existieras, Él ya te conocía y te amaba como nunca nadie en la vida podrá hacerlo.

Quise esta vez, dejar fluir el pensamiento a la manera en que las palabras puedan salir solas y con libertad, terminé escribiendo algo sin un tema concreto, pero que es un llamado al amor para vivir en paz, un llamado a vencernos a nosotros mismos y formarnos hábitos positivos en bien de la humanidad, un llamado a la verdad y a seguir adelante; sabiendo que no estamos sólos, sabiéndo que Dios camina con nosotros y nos llena de valor, no somos eternos por esta tierra, somos pasajeros que pronto volveremos al polvo, por lo que no tienen ningún sentido los apegos materiales, que no nacen del espíritu, no tienen razón de ser las lujurias y avaricias porque no caben en un corazón que aprendió a amar como Dios se lo enseñó.

No te olvides de orar para ser fuerte, de agradecer a quien de Tí se acuerda siempre, de ser feliz, por la fortuna de saberte un hijo amado y deseado por un Padre Majestuoso y sin mancha. No te olvides de esforzarte en cada día relucir los mejores atributos de los que Dios te dotó: un corazón humilde, una conciencia recta, un espíritu inquebrantable, un ser inigualable, sé tu mismo, sé y muestra al espejo y a todos quienes te rodean, con amor; lo que Dios hizo de ti.

De corazón a corazón,

Manaveliza

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